El otro día fuí con mi hombre a ver la batalla final de los moros contra los cristianos en Soller.
Ya llegabamos tarde y cuando llegamos cerca del pueblo estaban todas las "payesitas" sucias y con la cara negra y los moros, con una tajada encima impresionante y pegando tiros por el pueblo.
La verdad, una imagen bastante surrealista dada la circunstancia de que la policia estaba a un lado de la calle, ni siquiera los vigilaban, y los moros pegandole trabucazos a las ramas de los árboles y subiendose a nuestro coche.
Lo gracioso es que en toda esa locura, los moros, como ya sabreís, tienen fijación en esta tradición de ver caras sucias. Es como que... como ellos se tienen que enguarrar para ser moros, pues todos los demás tendrán que usar un estropajo por la noche para desincrustarse las capas de pintura negra de la cara.
Se paseaban por la calle besando a la gente y repartiendo pintura a los pocos afortunados que consiguieron llegar a las 7 de la tarde con la cara limpia y encima sobrios!
Bueno, pues lo bonito de esta historia, lo que más me llamó la atención e incluso me emocionó es que a la gente de color, es decir, a los que de verdad son negros, les pintaban la cara de color blanco.
Me parece una preciosa manera de hacer de una tradición mallorquina, una tradición para todos.
Ya llegabamos tarde y cuando llegamos cerca del pueblo estaban todas las "payesitas" sucias y con la cara negra y los moros, con una tajada encima impresionante y pegando tiros por el pueblo.
La verdad, una imagen bastante surrealista dada la circunstancia de que la policia estaba a un lado de la calle, ni siquiera los vigilaban, y los moros pegandole trabucazos a las ramas de los árboles y subiendose a nuestro coche.
Lo gracioso es que en toda esa locura, los moros, como ya sabreís, tienen fijación en esta tradición de ver caras sucias. Es como que... como ellos se tienen que enguarrar para ser moros, pues todos los demás tendrán que usar un estropajo por la noche para desincrustarse las capas de pintura negra de la cara.
Se paseaban por la calle besando a la gente y repartiendo pintura a los pocos afortunados que consiguieron llegar a las 7 de la tarde con la cara limpia y encima sobrios!
Bueno, pues lo bonito de esta historia, lo que más me llamó la atención e incluso me emocionó es que a la gente de color, es decir, a los que de verdad son negros, les pintaban la cara de color blanco.
Me parece una preciosa manera de hacer de una tradición mallorquina, una tradición para todos.
bonito gesto.
ResponderEliminarla verdad es que nunca he ido, pero que cosas que hacen, me recuerdan un poco a los correfocs de san sebastian
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