¿Cuantas veces nos hemos visto envueltos en el misterio de los calcetines?
Amigos inseparables el uno del otro, siempre juntos. Unidos en una bola en el cajón, grapados en la tienda, uno al lado del otro al caminar, primero uno y despues el otro, siempre envueltos en una tierna armonia calcetinal.
Pues bien, ¿qué pasa cuando los metemos en la lavadora?
(Si, ya sé que sabéis en que estoy pensado porque estoy un 99,97% segura de que también pasa en vuestra casa.) ¿Donde va el otro? Es una simple suma, parece muy sencillo, meto dos calcetines y sale uno. Por la misma regla de dos, si meto cuatro calcetines seguramente saldrán dos. Eso si, cuando ya hay muchos la cosa puede variar, una mano sentenciosa decide quien se va y quien se queda. Pero, ¿a donde van?
Amigos inseparables el uno del otro, siempre juntos. Unidos en una bola en el cajón, grapados en la tienda, uno al lado del otro al caminar, primero uno y despues el otro, siempre envueltos en una tierna armonia calcetinal.
Pues bien, ¿qué pasa cuando los metemos en la lavadora?
(Si, ya sé que sabéis en que estoy pensado porque estoy un 99,97% segura de que también pasa en vuestra casa.) ¿Donde va el otro? Es una simple suma, parece muy sencillo, meto dos calcetines y sale uno. Por la misma regla de dos, si meto cuatro calcetines seguramente saldrán dos. Eso si, cuando ya hay muchos la cosa puede variar, una mano sentenciosa decide quien se va y quien se queda. Pero, ¿a donde van?
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