Una cosa que llama mi atención en las surrealistas peliculas americanas es la facilidad que tienen en comerse botes de pastillas uno detrás del otro.
¿Qué se estresan? Pues chute de botella de whiskey con 30 pastillitas mágicas.
No paran hasta que encuentran un bote, (suele estar escondido en el baño, detras del armarito del espejo) Revuelven y revuelven, buscan en el bolso, en la cocina, entre las especias (¿quién las pondría allí?) y tras esa agitada busqueda, las encuentran. Qué momentazo, que felices somos. Ahora viene el momento que esperabamos. Se abre el bote, que suele costar bastante, debe ser porque son super pastillas, las miran, se lo piensan dos veces y, al final se vacían el contenido en su garganta, yo diría que ni siquiera tocan la lengua. Luego lo divertido es ver lo mal que se ponen.
A veces me pregunto si serán aquellas aspirinas infantiles que nos daban de pequeños que estaban tan buenas...
Si es así, casi los entiendo.
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